PREPARACIÓN DEL EJÉRCITO
Desde 1814 San Martín dedicó de lleno a la formación del Ejército Libertador con el que habría de llevar a cabo la gran empresa, sobre la base de los dos únicos núcleos de tropas que existían en Mendoza: el Cuerpo de Auxiliares de Chile, al mando del coronel Gregorio de Las Heras - que fue llevado a Mendoza después de la derrota de Rancagua, en 1814- y las milicias cívicas de la provincia, donde La mayoría eran reclutas sin experiencia que fueron entrenados por los oficiales que el mismo San Martín había instruido.
El 8 de noviembre de 1814, se creó el Batallón N° 11 de Infantería, el más antiguo de Mendoza, con los citados contingentes de Auxiliares de Chile más un escuadrón de caballería. Este escuadrón constituyó la columna vertebral del Ejército de Los Andes. Al frente de este batallón se encontraba el General Las Heras cuya victoria en la batalla en Cucha Cucha fue el detonante de su gran fama. A mediados de diciembre, se incorporaron dos compañías del Batallón N 8, procedentes de Buenos Aires, y una compañía de artillería con cuatro piezas, a las órdenes del sargento mayor Pedro Regalado de la Plaza. Los efectivos obtenidos hasta entonces (400 hombres y 4 cañones) estaban muy lejos de las mínimas necesidades futuras, lo que indujo a San Martín a disponer la incorporación de nuevas tropas.
Además se contaba con el Batallón de infantería N° 1 al mando de Rusimindo Alvarado, el N° 7 que se había desprendido del Batallón N° 8, el Regimiento de Cazadores a Caballo escoltas de San Martín pertenecientes a la elite, creado luego de la victoria en Chacabuco, al mando del General Mariano Necochea (reconocido por sus grandes hazañas).
Mientras aumentaba el ejército, se presentaban problemas de difícil solución, pues había que vestir a las tropas y poner en condiciones de uso al armamento que, en su mayor parte, se hallaba en mal estado. Escaseaban, además, la pólvora y las municiones, careciéndose de medios para proveerse de ellas pues las únicas fábricas existentes - en Córdoba y La Rioja - no alcanzaban a satisfacer la demanda del Ejército. El Libertador debió sumar a los grandes problemas que tuvo para llevar a cabo su empresa, la incomprensión del Gobierno de Buenos Aires, no muy convencido de las posibilidades de expedicionar a través de los Andes.El 1 de agosto, el Director Supremo dio al ejército de Cuyo el nombre definitivo de Ejército de los Andes y San Martín fue designado su general en jefe. Para darle una nueva estructura, el Regimiento N 11 fue dividido en dos cuerpos, manteniendo el primer batallón su anterior número y dándose al otro la nominación de Batallón N 1 de Cazadores. El Batallón N 8, mediante el reclutamiento de un fuerte contingente de negros, alcanzó a contar con 355 hombres, que pronto fueron aumentados con nuevos aportes de la provincia.
a absoluta necesidad de aumentar los ingresos del fisco, dada la insuficiencia de la ayuda del Gobierno de Buenos Aires, indujo a San Martín a ampliar el régimen tributario de la provincia y crear diversos arbitrios: la contribución extraordinaria de guerra o impuesto directo sobre los capitales, a razón de 4 reales por cada 1.000 pesos, que también incluyó a los comerciantes exportadores y de tránsito; el impuesto a la carne de consumo corriente, que produjo unos 6.000 pesos anuales; la contribución patriótica, que aportó 8.700 pesos; la contribución basada "sobre el pie sólido de los producidos por las fincas rústicas", y otra, extraordinaria, de la que consta una recaudación de 9.000 pesos. Se recurrió a las donaciones.
En cuanto a la confección de los uniformes, estos fueron hechos por las mujeres sobre todo las monjas ya que en los conventos se tenía la infraestructura necesaria para esta tarea.
EL PLAN DE SAN MARTÍN
Lo que San Martín planeaba era organizar una "guerra de zapa" que se trataba de estrategias de información y desinformación, espionaje, dar falsos avisos a los enemigos como por ejemplo que el cruce se haría por el Paso del Planchón al Sur o por Uspallata que eran los lugares de más fácil acceso para el cruce y por tanto se despistaría a los ejércitos realistas.
Con el objetivo de dividir a las tropas enemigas, San Martín ordenó primero el avance de parte de las tropas por los pasos de Come Caballos, Guana, Portillo y Planchón. Estos no eran los pasos elegidos para las columnas principales, sino que los dos primeros se hallaban al norte y los últimos al sur de los realmente seleccionados, que eran los que ya habían sido analizados por José Antonio Álvarez Condarco, o sea, los pasos de Uspallata y Los Patos. Era un avance en varios sectores, en un frente de más de 2.000 kilómetros, a través de una gigantesca cordillera. Con esto se pretendía distraer a las fuerzas realistas de Chile que no sabían en definitiva por donde arribarían, y los obligaba a dividir sus fuerzas.
EL CRUCE: GRAN EPOPEYA A NIVEL MUNDIAL
Para la inmensa mayoría de los que estudian y enseñan la historia patria, el paso de los Andes es un hecho de gran realce, una empresa difícil, penosa y peligrosa, pero están muy lejos de imaginar lo arduo y sobrehumano que fue aquel cruce, único en los anales de la historia argentina y universal. Si exceptuamos a los cuyanos que contemplan, día tras día, ese imponente muro de proporciones gigantescas, y oyen a la continua las infinitas peripecias y mortales accidentes que allí tienen lugar, bien pocos han de ser los argentinos que tengan una idea, ni siquiera aproximada de lo que debió costar a San Martín cruzar la Cordillera. El viaje actual, ya sea en tren, ya sea en rápido automóvil u ómnibus de pasajeros, y ni hablar en avión, sólo muy ligeramente capacita para que pueda uno formarse alguna idea de lo que significó cruzar aquél compacto aglomerado de gigantescos montes. Para comprenderlo, con mayor aproximación a la realidad histórica, es menester eliminar, mentalmente, la amplia carretera que hoy existe; suprimir la mayoría de los puentes, prescindir del túnel, de que se valen, así los trenes como los autos, para acortar distancias y evitar terribles ascensos y descensos. En 1817 nada de eso había. La carretera no era tal; sólo era un camino, de treinta a cincuenta centímetros de anchura, desigual y pedregoso, camino de mulas en el que había que viajar con la lentitud propia de estos animales, dado lo cual, el cruce demandó de 20 días para las tropas de la patria, la inmensa mayoría de quienes no hayan pasado la Cordillera o, a lo menos no se hayan internado en ella hasta Uspallata, por ejemplo, forzosamente han debido formarse, y se forman, una idea inadecuada de lo que fue la hazaña sanmartiniana. San Martín atravesó los Andes por empinadas y tortuosas huellas, por senderos de cornisa que sólo permitían la marcha en fila india, imposibilitado materialmente de llevar vehículos y debiendo conducir a lomo de mula su artillería, municiones y víveres, aparte de haber tenido que recurrir a rústicos cabrestantes e improvisados trineos para salvar las más abruptas pendientes con sus cañones. aballo no podía ir sino a paso de mula, y si San Martín llevó 1.600 caballos, de los que sólo 511 llegaron con vida a Chacabuco, era exclusivamente para la batalla o batallas que forzosamente había de librar con el enemigo, al llegar a Chile.
Sumado a esto, en las zonas cercanas a la cumbre, los días, según las horas y según la ubicación en que se encuentra uno, son muy calurosos o muy fríos, y las noches son heladas siempre, tanto en las proximidades de la cumbre, como lejos de ella. A quince y veinte grados bajo cero, llega el frío en algunas noches de verano, y aún en pleno día. Y pensar que toda la tropa, desde San Martín hasta el último soldado, tuvieron que dormir a lo arriero, no una, sino muchas noches, usando por cama la montura, el poncho y el jergón, y todo ello sobre el duro suelo. La nieve que indefectiblemente cayó sobre ellos, algunas noches, fue un reconfortante, como suele acaecer y la escena matutina debió ser de singularísima en esas ocasiones, ya que el frío más intenso es el de las primeras horas de la mañana, y todos los bagajes, cargas y armas estarían cubiertos de nieve, y las aguas, y demás líquidos estarían helados, y los animales ateridos de frío.
(extraído de http://www.sanmartiniano.gov.ar/documentos/documento053.php)
LOS NÚMEROS DEL EJÉRCITO
- 5.000 hombres (300 mueren en el cruce)
- 1.600 caballos
- 10.000 mulas (6.000 se perdieron en el cruce)
- 430 vacas (para consumo de carne fresca)
- 4.700 balas de cañón
- 1 millón de cartuchos para fusil
- 5.000 fusiles
- 1.000 monturas
- 1.200 sables
- 36.000 herraduras
- grandes toneladas de charqui, galletas de maíz, vino, aguardiente, ajo y cebolla, quesos y ron.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario